Un exportador de pescado y gambas de tamaño medio utilizaba selladoras de una sola cámara y sólo podía envasar novecientos kilos por hora. Tras instalar la envasadora al vacío de doble cámara, la planta duplicó su capacidad hasta los mil ochocientos kilos por hora, ya que dos estaciones de trabajo trabajan en paralelo.

La mano de obra se redujo de seis operarios a tres y el nivel de vacío más profundo redujo la pérdida por goteo del dos coma dos por ciento al uno por ciento. El bastidor de acero inoxidable de la máquina sobrevivió a los lavados diarios con agua salada y las facturas de mantenimiento se redujeron un quince por ciento en el primer año.